Inevitablemente…
llego la mañana
y los cuarenta
escalones
que había olvidado,
se iluminan ante mis
ojos…
la oscuridad
encerraba misterios
que prefería no
recordar,
al menos no todavía,
pero el barrio se
empieza
a llenar de sonidos
habituales,
que inundan mis
oídos
y me confunden, aun
mas allá
de la borrachera...
la noche fue
generosa,
la mañana
traicionera...
La gravedad me
empuja hacia la calle,
no sin antes girar
y observar
detalladamente…
los ojos más tristes
que vi en mi vida.
Es
invierno… frío.
Me encantó leerte...
ResponderEliminarmuchas gracias...
EliminarUn placer pasar por aquí, saludos de una tejedora de versos.
ResponderEliminargracias querida!! sos muy amable!!
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